El rapero argentino actuará este sábado en el Santiago Bernabéu para seguir la estela de Taylor Swift. Con 27 años, y rodeado de un magnánimo equipo, Mauro ondea la bandera del orgullo como nadie. “Que mi familia me haya apoyado es un 50 por ciento de mi carrera”, dice a ‘Infobae España’
Duki se emociona al final de la rueda de prensa. Se ha sentado en el mismo lugar en el que Carlo Ancelotti, técnico del Real Madrid, analiza el porvenir de su estrategia táctica y balompédica. Su madre Sandra le efectúa la última pregunta de un más que afable cuestionario periodístico. Lo del rapero argentino es una celebración, no tanto un evento con fines laborales. Los aplausos visten la sala en más de una ocasión junto con las elásticas de la Selección Argentina. Siempre con el dorsal de Maradona. “Yo ya tengo la respuesta, pero me gustaría saber si vos, a esta altura de tu carrera, te das cuenta qué te distingue y por qué llegaste acá”, le dice ella. Las lágrimas nublan el discurso del cantante durante un par de segundos, pero se recompone: “Sigo siendo la misma persona que era. No sé si soy famoso o no, pero les juro que soy la persona más libre del mundo”, espeta emocionado.
Quien no entienda el fenómeno que rodea al aura de Duki probablemente sea incapaz de cerciorarse de la fiesta temática que se produce en torno a su figura en los bajos del Santiago Bernabéu. Su discurso es un alegato político a favor de la pasión que su país desprende. Una suerte de conjuro de orgullo patriótico que inunda toda la sala, empapando con él a todos los presentes.
De nombre Mauro Ezequiel Lombardo (Buenos Aires, 1996), Duki es el primer argentino en pisar el ‘nuevo’ templo blanco como misa de conciertos. Actúa después de las secuelas emocionales que Taylor Swift ha dejado a más de 130.000 swifties con su The Eras Tour. “No es fácil”, ríe ante las cámaras de Infobae España.“Espero estar a la altura, pero esto es algo histórico, es dejar tu firma en un mural de gigantes”, responde a este medio en las gradas del estadio merengue. De fondo, su equipo monta el escenario. Algún que otro ruido de la prueba de sonido se cuela en la entrevista. “Pibes, paren los láseres”, grita desde el tercer anillo a los trabajadores.
El artista viene de hacer historia en el Monumental, el estadio de River Plate en el que aunó a más de 150.000 seguidores durante dos jornadas enmarcadas en la épica. El Bernabéu es otro tipo de caldo de cultivo. “Hay mucha gente de Argentina que me quiere mucho que vino a verlo”, dice del show. “Es una noche única e increíble, River me ayudó a disfrutarlo más”, explica sobre la acogida del fandom. A Duki le brillan los ojos casi tanto como el colgante de la letra ‘D’ que viste su cuello. “Flipando”, entona al más puro estilo Chamberí. Tras Madrid, llegará Milán, París, Berlín y Londres. Cuatro ciudades desconocidas que le permitirán gozar de un ambiente más “chico y cercano”. Nada define mejor a una auténtica superstar que su afán por mantener ciertos aspectos de su timidez más profunda. Estas paradas son clave para artistas como el argentino, pues “generan esa ansiedad linda de saber cuánto podés crecer y permiten renovar el espíritu”.